No te rindas – Mario Benedetti

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No te rindas
No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,

No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.

Mario Benedetti

Por si mañana me muero

Por: Noemí Carnicero Sans – La subasta de la vida

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Me apetece borrarle el futuro al calendario y que lo único que cuente aquí, hoy, sea yo.

Hoy quiero vivir, por si mañana me muero.

Y exprimir cada segundo en cada beso, perdiendo el sentido las agujas del reloj y volviéndose locos los minutos de mis días. Quiero ahogarme en los abrazos que me dejen sin aliento y, por supuesto, en los vasos en los que me apetezca despedirme de todas mis penas. Y decirles adiós, una por una, invitándolas a una cerveza, a una copa o a un “volved por donde habéis venido, guapas”.

Me apetece borrarle el futuro al calendario y que lo único que cuente aquí, hoy, sea yo. Quiero ser mi pasado, mi presente y mi futuro, y advertirle a la agenda que entre todas mis tareas, mi nombre, es prioridad.

Porque hoy quiero vivir, por si mañana me muero.

Quiero empaparme de cada palabra que se cruce en mis silencios, beberme la vida en los ojos de alguien y ruborizarme por la sonrisa del que consiga dejarme sin palabras. Quiero construir un puente entre mis lágrimas y el brillo que perdí. Secar el rastro de las primeras para recuperar la luz que, a fuerza de insistirle al interruptor, terminó por fundirse.

Por eso quiero el futuro en mi presente, por si mañana me muero.

Porque no.

No quiero rellenar mis libretas con listas de vida, ni meter en cursiva entre las páginas de mi agenda mucho más de lo que sé que puedo cumplir. No quiero que los objetivos me acaricien las mejillas, ni que las metas se vuelvan tan atrevidas que se metan en mi cama por las noches. No quiero que todo lo que tengo que hacer mañana sea lo último en lo que piense al acostarme y, muchísimo menos, acostumbrarme a llamarle sueño a algo que consigue quitármelo por las noches.

Porque hoy quiero vivir, por si mañana me muero.

Y quiero darle un abrazo a la vida de la que me olvidé. Tirarme en paracaídas a la piscina a la que ya le pondré yo el agua. Reordenar las palabras de mi diccionario y colocar un espabila en primer lugar, y un disfruta en el último. Y que todas las palabras que quepan entre ambas sean aquellas que me inviten a exprimir con mis cinco sentidos todo aquello que pueda potencialmente estimularme el alma a lo largo de un día.

Que sí.
Que hoy quiero vivir, por si mañana me muero.

Quiero llenar los días de conversaciones que me enriquezcan más que el dinero que llevo en los bolsillos, de caricias que me den más calor que unos guantes de Armani y de besos que me dejen con mejor sabor en los labios que el mejor vino de España. Porque quiero rodar mi propia película, intervenir en el guión y decidir quién se sienta a verla conmigo.

Porque hemos intentado ser tan cuerdos, que nos hemos vuelto todos locos.

Tenemos tantas ganas de vivir, que tan sólo nos hemos quedado con las ganas. Nos ha frenado el miedo a vivir la vida de verdad, a sentir el riesgo que supone experimentarla sin excusas, sin límites, y sin las instrucciones de ajenos que vengan a vendernos los pasos a seguir para una vida feliz.

Y se equivocan.

Porque mi mejor pista, paso o instrucción… soy yo.

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50 cosas que quiero para mi hermana menor

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Estos son los 50 deseos de la bloguera Lexi Herrick para su hermana menor. (Prácticamente todos los deseos que incluye aplicarían también para nuestras mejores amigas):

1. La habilidad para enamorarse primero de sí misma.

2. Que pase muchas noches riendo tan fuerte que apenas pueda recuperar el aliento.

3. Unos pocos amigos verdaderos que nunca la abandonarán, ni tratarán de cambiarla.

4. Guías de los cuales aprender, quienes puedan entregar una increíble cantidad de inspiración.

5. Paciencia para sobrevivir todos los contratiempos de la vida.

6. Determinación para transformar esos contratiempos en más motivación para seguir sus sueños.

7. Largos viajes en auto y en avión, a lugares maravillosos que abran sus ojos al fascinante e increíble mundo en el que vivimos.

8. Personas para abrazarla cuando yo no pueda estar ahí.

9. Noches largas.

10. Sueños grandes.

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11. Experiencias emocionalmente cautivadoras.

12. Oportunidades para salir de su zona de comodidad.

13. La fuerza para mantener sus convicciones.

14. El coraje para superar todos los miedos y las reservas que la vida naturalmente insertará dentro de su cerebro.

15. La oportunidad de ayudar a otros, y realmente tocar las vidas de las personas en este mundo que más lo necesitan.

16. Un par de hombres afortunados que la respeten, sean honestos con ella, la adoren y la hagan sonreír.

17. Momentos en los que se sienta invencible.

18. Noches nadando en el océano.

19. Conciertos que traigan la música a su pecho y agiten sus sentidos.

20. Besos que hagan que su corazón se detenga.

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21. Tazas fuertes de café para los días más largos.

22. Copas grandes de vino para los días difíciles.

23. Una carrera de la que valga la pena enamorarse.

24. La habilidad de ver lo poderosa que es como mujer.

25. La compresión de que siempre tendrá una familia en la que apoyarse cuando la vida parezca estar fuera de control.

26. Mucho descaro.

27. Suficiente rudeza como para defenderse, y nunca dejarse pisotear.

28. Un verdadero entendimiento de lo que es la belleza, y donde existe realmente.

29. Mucha pizza.

30. Recuerdos e historias locas que duren toda una vida.

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31. Un lugar o una ciudad con la que esté completamente cautivada, en donde pueda pasar muchos de sus días viviendo en la magia.

32. Un lugar seguro al que pueda llamar hogar.

33. Una multitud de noches de chicas pasando la noche recibiendo cumplidos—o acurrucada en sus pijamas viendo Netflix con helado.

34. La fortaleza para seguir adelante después de que un par de idiotas le rompan el corazón.

35. La valentía necesaria para volver a enamorarse.

36. Suficientes días fríos como para apreciar los soleados.

37. El tiempo y la motivación para continuar permitiéndose todos sus pasatiempos e intereses.

38. Personas a las que pueda llamar cuando se sienta perdida (además de mí, obviamente.)

39. La sabiduría para comprender un propósito más grande en la vida.

40. La convicción de que nunca debe tratar de apurar ninguna etapa de su vida, que debería ser capaz de disfrutar cada una por las maravillas que cada una posee.

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41. Exposición a algunas de las muestras de esplendor artístico más únicas y honradas por el tiempo. Que pueda leer las mejores novelas, ver las obras de teatro más aclamadas, y ser conmovida por el arte más extraordinario. Que siempre pueda apreciar su genialidad.

42. Momentos de orgullo inconmensurables, que pueda disfrutar de sí misma, y de sus logros.

43. La fe necesaria para poder creer en cualquier religión que elija, que le pueda dar un sentido de propósito y de amor.

44. Personas que le enseñen nuevas ideas, y que constantemente le entreguen nuevas perspectivas.

45. Conocimiento que la desafíe intelectualmente, e inspire un hambre de sabiduría dentro de ella.

46. La boda que siempre ha soñado, en la cual estoy segura que participaré personalmente.

47. Un hombre del cual pueda decir con confianza que la amará para siempre, y le entregará todo lo que necesita en este mundo. Un hombre por el cual pueda brindar en esa fiesta, y entregarle a mi hermana chiquita, sabiendo que será un esposo abnegado, y el mejor amigo de la persona más importante en mi vida.

48. Hijos que se vean tan bellos como ella, con grandes ojos brillantes, y un corazón de oro. Que sus niños puedan crecer para ver a la increíble mujer con la que fueron bendecidos, y seguir adelante esparciendo el increíble gozo que ella les enseñará.

49. Que puedan tener noches de película en familia, pequeños partidos de fútbol, largos días en parques de diversiones, mañanas de Navidad despertados por gritos de emoción, graduaciones llenas de lágrimas, y suficientes besos y abrazos para llenar el corazón de mi hermana. Que puedan superar todos los tiempos difíciles, y mantenerse cerca los unos de los otros. Que ella pueda criar a sus hijos para que se quieran mutuamente, tanto como yo la quiero a ella.

50. Mi amor eterno. Que siempre pueda comprender que estaré aquí para siempre. Estaré aquí cuando se mude a un pequeños y horrible departamento, para pedir pizza y comerla en el piso de la sala vacía. Estaré aquí para planear una ridícula despedida de soltera en donde haremos demasiado ruido y pensaremos que tequila es una buena idea. Estaré aquí para brindar en el matrimonio. Estaré aquí sollozando al tomar a mi pequeña sobrina o sobrino, con más amor del que podría comprender. Estaré aquí cuando nuestros hijos crezcan, y tengamos que llamarnos por teléfono y reírnos de las ridículas cosas que hacen. Estaré aquí en todos los cambios de carrera. Estaré aquí mientas envejecemos, y comencemos a desarrollar líneas en la piel de todos nuestros años de sonreír. Estaré aquí cuando no haya nadie más en nuestra familia excepto por nosotras dos. La tomé en sus brazos el día en que nació, y la tendré ahí para siempre. Ese es mi deseo final, y mi promesa para mi extraordinaria hermana menor. Esto es para todas las hermanas en el mundo que estar queriéndose, y deseando lo mejor para la otra. A veces se nos olvida recordarle a nuestras hermanas que estamos constantemente soñando por ellas, y por la bellísima vida que merecen.

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Lo grandioso de no esperar nada

Por: Nicole Lavanchi de Upsocl

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Cuando no esperé, aprendí a vivir el día a día, a agradecer por lo que tengo y no a quejarme por lo que no.

Lamentablemente nunca fui de las personas que esperaban poco o nada. Me pasé la vida esperando que las personas fueran conmigo de la misma manera que yo era con ellas, y esperando que la vida me entregara lo que se suponía debería entregarme. Por lo mismo, me he decepcioné una y mil veces. Pasé por tantos momentos de decepción que un día decidí cambiar mi estrategia: me prometí no esperar absolutamente nada de nada, a ver cómo me iba. 

Sorprendentemente en poco tiempo las cosas empezaron a cambiar. 

No miento, claro que muchas veces inconscientemente esperaba cosas, pues no se puede cambiar de la noche a la mañana, pero por algo se parte. Aunque fuera un poco forzado, de todas maneras me servía no pensar si habrían reacciones a mis acciones, y una vez que comencé a no esperar, las sorpresas comenzaron a llegar.

El aprender a no esperar fue algo difícil, especialmente por como yo había sido siempre. Fue un proceso de desapego largo, en donde debí dejar mis emociones un poco de lado, pero siempre pensando que era para algo mejor, lo que me ayudó. Y una vez que lo logré, por primera vez sentí lo que era estar realmente en paz. 

En ese tiempo no tenía mucho. Llevaba ya un buen tiempo sin trabajo y mi día se resumía básicamente en despertarme tarde, leer, ver Netflix, escribir y dormir (Suena grandioso para hacerlo una vez al mes, ¿pero todos los días? créanme que es una tortura). Por otro lado, estaba completamente soltera, y muy feliz. Estaba en un proceso muy mío de conocimiento personal, por lo que me rehusaba a comenzar a salir con alguien. Y decidí no esperar nada. No pensar en el futuro, ni en lo que me debería llegar, ni tampoco en cómo debía reaccionar la vida ante mis acciones. Y claro, en ese momento, cuando menos lo esperaba, la vida me comenzó a sorprender. Me cayó prácticamente del cielo un increíble trabajo, de hecho, el que siempre había querido, y, cuando menos lo quería, y de la manera más extraña, conocí a un chico increíble.

Estos, son solo vagos ejemplos, pero el no esperar nada te entrega mucho en todos los ámbitos de la vida.

Lo que quiero decir, es que cuando no esperas nada de nadie ni de la vida, todo se convierte en una sorpresa y en una alegría mucho mayor. Cuando no buscas desesperadamente y mantienes la calma, las cosas llegan solas. Todos los gestos, por más pequeños que sean, llegan como una sorpresa a tu vida. Un mensaje de texto, una llamada, un te quiero, una aventura nueva, una persona nueva, será mucho más increíble si no la esperas. Y lo mejor de todo, es que cambiarás la decepción por la emoción. 

Al no esperar nada de nadie, aprendí además de la empatía, a ponerme en los zapatos de los otros y darme cuenta que muchas veces yo esperaba cosas que ni yo hacía. Aprendí a no tomarme las cosas de manera personal, porque mientras vengan de tus amigos, nunca serán con esa intención. Aprendí de esto y mucho más. Pero lo más importante, es que aprendí a no esperar.

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14 cosas que debes perdonarte en esta etapa de tu vida

Por: Nicole Lavanchi de Upsocl

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1. Esas grandes cosas sobre las que ya no piensas lo mismo

El trabajo soñado al que nunca pensaste que renunciarías. La persona que no pensaste que dejarías. Los planes que tenías para el futuro y que nunca se hicieron realidad porque algo se interpuso en el camino. La vida va y viene y para seguirle el ritmo tendrás que hacer lo mismo. Tenemos que perdonarnos el haber tenido la conciencia como para cambiar la forma en la que pensábamos.

2. Las formas en las cuales superaste el dolor

Caminos oscuros por los cuales no deberías haber caminado. Cosas locas que hiciste para poder soportar el dolor que te hicieron más daño que nada. Las cosas que hiciste para mantenerte con vida cuando no sabías que más hacer. La forma en la que tu instinto de supervivencia se mostró cuando eras demasiado joven o estabas en una situación muy precaria como para controlarlo no te hace una mala persona. Te hace una persona más fuerte y completa por haberlo superado. 

3. La persona a la que nunca pudiste amar de forma correcta

Esa persona cuyo cuerpo nunca encajó bien con el tuyo, cuyas palabras nunca sonaban completamente bien pero a quien intentaste amar a pesar de todo. La persona con la que intentaste hacer todo bien con tanta fuerza que parecía que tu corazón iba a dejar de latir, pero a quien eventualmente tuviste que dejar ir. No puedes forzar a que exista amor. Dejar que este amor nazca en otro lado sólo nos da más libertad.

4. Las papas fritas que te comiste con tu almuerzo

Podrás sobrevivir.

5. Todas las maneras en las que no eres suficiente

El cuerpo que nunca tendrás, el conocimiento que nunca obtendrás, la valentía que nunca podrás juntar y los esfuerzos que nunca lograste hacer. Puede que nunca seas lo suficientemente valiente o inteligente o fuerte para cumplir con el ideal de alguien más, pero siempre serás lo suficientemente perfecta y cuando te des cuenta de lo importante que eso es, podrás dejar ir el resto.

6. La manera en la que tratabas a tus padres cuando eras adolescente

Eras terrible e insufrible y los sacabas de quicio y ahora todo eso ha quedado en el pasado. (A menos que no sea así. Si eres adolescente y estás leyendo esto, por favor anda a abrazar a tus padres y diles que los amas.) Así que quizás nadie creció de la forma recta que deberíamos haberlo hecho y dijimos un par de cosas que no creíamos realmente. La vida siguió. Todos crecimos. Y nunca es demasiado tarde para decir “lo siento”.

7. La forma en la que te trataste a tí misma durante gran parte de tu vida

Cada defecto que miraste con cuidado en el espejo. Cada mentira que dijiste sobre tus limitaciones. Cada vez que pensaste “no soy lo suficientemente buena” y este pensamiento se anidó en tu cerebro. Tenemos que perdonarnos por no ser nuestras propias mejores amigas y nuestras propias confidentes. No sabíamos lo diferente que sería amarnos, hasta que finalmente nos dimos cuenta.

8. Haberte cambiado de carrera

El mundo cambia con rapidez y con él nuestros intereses y prioridades. Lo que te gustaba ayer puede que no te guste hoy. De lo que estabas convencida ayer puede que hoy ya no te de seguridad. Las circunstancias de la vida nos van dando nuevas áreas de interés y cambiarlas no tiene nada de malo, no tienes que culparte por eso.

9. Los recesos que te tomaste de la vida

El semestre en el que la vida pudo más que tú. El año que pasaste viviendo en casa. Los meses llenos de odio y miedo que desearías borrar de tu memoria. Todos nos vemos sobrepasados a veces. Todos olvidamos como lidiar con ciertas situaciones. Necesitamos estos momentos para volver a armarnos, reflexionar, crearnos de cero y pensar a donde ir después. Somos más fuertes gracias a estos quiebres, sin importar cómo se haya sentido en el momento. Aprendimos a golpear más fuerte.

10. Las oportunidades que no aprovechaste

Los lugares a los que nunca viajaste. Las experiencias que no viviste. Las personas a las que no perseguiste cuando decidieron salir de tu vida. Debemos abrir las manos y dejar ir todas estas realidades alternativas en las que somos más felices, más fuertes y más inteligentes gracias a todas las cosas que hicimos de forma diferente. Esos universos no existen. Sin embargo, el universo en el que vivimos sí existe. Y está todo bien aquí si es que abrimos nuestros ojos y dejamos que las cosas sean.

11. Las cosas que no dijimos hasta que era demasiado tarde

Los “te amo” que dejamos de decir. Las llamadas que no atendimos. Los mensajes que olvidamos dar cuando aun teníamos la oportunidad de hacerlo. Creemos que nuestras palabras e intenciones podrían haber cambiado las cosas, así que usamos nuestras palabras ahora. No dejamos pasar los ‘te amo.’ Atendemos el teléfono. Y nos perdonamos por aquellos momentos en los que no lo hicimos.

 

12. Los desastres que no pudiste prever

Cada persona en la que no debieses haber confiado. Todas esas noches de diversión que terminaron mal. Todas las decisiones que, al mirar hacia atrás, no debieses haber tomado. Sin embargo, no vivimos nuestras vidas mirando hacia atrás. Las vivimos de cara al futuro. Y no tenemos el privilegio de saber si nuestras decisiones serán las correctas o no antes de tomarlas. Simplemente debemos intentar hacer las cosas de la mejor forma y perdonarnos cuando nos equivocamos. Si estamos viviendo de forma adecuada, nos vamos a equivocar a menudo.

13. Esas cosas para las que aún no estás lista

Todos esos miedos que te tienen atrapada ahora. Todos esos actos de fe que aun no has tomado. Todas las historias que te cuentas a ti misma sobre donde debieses estar según la edad que tienes actualmente. Nadie está completamente preparado para la vida. Todos somos un poco tímidos. Todos tenemos miedo de hacerle frente al enemigo y todos intentamos hacer lo mejor que podemos. Date el tiempo que necesitas para crecer. Todo pasará, solo que no en el orden en el que lo esperas.

14. Los errores que aún no cometes

Porque por mucho que nos guste creer que ya no nos equivocaremos más, no es así. Nos vamos a equivocar otra vez. Nos volveremos a caer. Y cometeremos errores más grandes e inconsolables. Y gracias Dios. Porque el día que dejemos de cometer errores será el día que dejemos de vivir. Sólo tenemos que darnos el espacio necesario para cometerlos.

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